Conoce qué afecta tu glucosa cada día
Aprende cómo tus decisiones diarias influyen en los niveles de glucosa en tu sangre
Aprende cómo tus decisiones diarias influyen en los niveles de glucosa en tu sangre
Durante el día, los niveles de glucosa en tu sangre suben y bajan naturalmente. Esto depende de lo que haces, lo que comes y cómo te sientes emocionalmente.
No es algo malo que cambie, es parte del funcionamiento normal de tu cuerpo. Lo importante es saber qué puede provocar estos cambios para que puedas tomar mejores decisiones.
Las pequeñas acciones del día a día tienen un efecto directo en tu glucosa
Elegir alimentos variados y comer a horas regulares ayuda a que la glucosa no tenga picos bruscos durante el día.
Tomar agua suficiente durante el día facilita que tu cuerpo procese mejor la glucosa y la mantenga en niveles adecuados.
Dormir bien cada noche permite que las hormonas que regulan la glucosa funcionen correctamente.
Caminar o hacer alguna actividad física cada día ayuda a que tu cuerpo use la glucosa de manera más eficiente.
Identifica qué situaciones pueden hacer que tu glucosa suba o baje
Los carbohidratos simples como el pan blanco y las galletas elevan la glucosa rápidamente. Los alimentos con más fibra la mantienen estable por más tiempo.
Situaciones de presión o nerviosismo activan hormonas que elevan la glucosa como respuesta del cuerpo ante lo que percibe como una emergencia.
El ejercicio consume glucosa para dar energía a los músculos. Si es muy intenso sin haber comido, puede bajarla demasiado.
Cuando tu cuerpo combate una infección, libera sustancias que pueden elevar temporalmente la glucosa mientras te recuperas.
Dejar pasar muchas horas entre comidas hace que la glucosa baje. Comer regularmente ayuda a mantenerla en rangos normales.
No dormir bien afecta las hormonas que controlan la glucosa, haciendo más difícil mantener niveles estables al día siguiente.
La glucosa baja cuando tu cuerpo usa más de la que tiene disponible. Esto pasa si no comes suficiente, si haces mucho ejercicio de repente, o si tomas ciertos medicamentos.
Los síntomas incluyen sentir hambre de pronto, sudar frío, marearse o temblar. Si te pasa, es importante comer algo rápido, como una fruta o un jugo.
Lo más efectivo es establecer una rutina: desayuna, come y cena aproximadamente a las mismas horas. Incluye proteínas y vegetales en cada comida para que la glucosa suba gradualmente.
El ejercicio moderado como caminar, nadar o andar en bicicleta es excelente. Hazlo regularmente, pero empieza despacio si no estás acostumbrado.
Aprende a reconocer cómo te sientes cuando la glucosa está alta o baja. Esto te ayudará a actuar rápido antes de que el malestar aumente.
"Dejé de saltarme el desayuno y mis niveles son mucho más estables. Antes me sentía débil a media mañana, ahora tengo energía todo el día."
— Ana L., Tijuana
"Empecé a tomar agua en lugar de refrescos y note una diferencia enorme. Mi glucosa ya no tiene esos picos que me hacían sentir mal."
— Roberto F., Mérida
"Cuando estoy estresada mi glucosa se dispara. Ahora hago pausas para respirar profundo y me funciona de maravilla."
— Laura S., León
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Lo ideal son tres comidas principales y dos colaciones pequeñas. Esto mantiene un flujo constante de energía y evita que la glucosa baje mucho entre comidas.
El café solo no afecta significativamente, pero si le agregas azúcar o crema dulce, puede hacer que suba. Es mejor tomarlo sin endulzar o con muy poca azúcar.
Debes comer algo inmediatamente. Una fruta, un jugo o unas galletas te ayudarán en minutos. No esperes porque los síntomas pueden empeorar rápidamente.
Sí, dormir menos de 6 horas puede hacer que tu cuerpo sea menos eficiente procesando la glucosa. Trata de dormir entre 7 y 8 horas cada noche.
Depende de qué tan alta esté. Si está moderadamente elevada, el ejercicio ligero puede ayudar. Pero si está muy alta, es mejor esperar y consultar con tu médico.